Por Germán Martínez Fajardo

Señora alcaldesa, soy un ciudadano de Ibi que vuelve, tristemente, a dirigirse a su Señoría en referencia a un pequeño altercado ocurrido en el pasado pleno del 15 de Marzo. Sí, soy el mismo que le pedía disculpas por interrumpir su discurso hace dos meses en este periódico. Lamentablemente, ya dije que soy un simple mortal, he vuelto a caer en mi error, y por eso le vuelvo a escribir. Pero con una salvedad, esta vez fue usted, señora alcaldesa, la que se refirió a mis compañeros y a mí explícitamente, hablando a las cámaras en un ataque de manipulación y autoritarismo.

En acalorado debate en el que Antonio Martos fue aplaudido por los presentes por pedir derecho a réplica y denunciar que su partido, como de costumbre, no estaba respetando los tiempos de intervención; tras contestar al portavoz del PSOE, señora Parra, se dirigió a la cámara y dijo con irónica sonrisa y gesto de desprecio que quienes aplaudían eran Juventudes Socialistas. ¿Puede usted citar a un colectivo como artífice de aplausos que realiza libremente el público? ¿Sabes usted que no aplaudimos sólo nosotros? (sí, eso lo sabe de sobra) ¿Sabe cuanta gente se siente pisoteada y ofendida cada vez que usted no respeta los tiempos, hace un mitin, manipula o falta al respeto?

Como soy un simple mortal me sentí aludido y sentí el deber de defenderme de su manipulación. Le dije que sólo somos ciudadanos que nos sentimos indignados cada vez que acudimos al pleno. Levanté el tono de voz notablemente para que me oyesen las cámaras ante las cuales su Señoría nos había citado (aunque en la emisión en teleibi no se me escucha ¡magia!). Consciente de mi salida de tono me levanté para abandonar el salón abochornado por haber caído en su provocación, pero por si fuera poco, usted, señora presidenta, me echó.

Mientras salía, dos señoritas, no tan jóvenes como para ser de Nuevas Generaciones, aplaudían a su señoría, me miraban con odio y me reprendían. A ellas no se las llamó al orden ni se las expulsó por manifestar su opinión, por muy ofensiva que esta pudiese ser. Como no estoy orgulloso del numerito pido disculpas de corazón a cualquiera que se haya sentido herido por mi salida de tono. A usted, en esta ocasión puedo pedirle perdón, al contrario le diré: que Dios le perdone, señora alcaldesa, que Dios le perdone.

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3 COMENTARIOS

  1. La Maite , como la llamaban aquellas señoras que se presentaron en un pleno, y que lo interrumpieron a modo de pescateras llamando la atención de su alcaldesa, no duda un momento en echar a un ciudadano que expresa su opinión en su ayuntamiento, ¿por que? en que lugar tenemos que decirle a esta mandataria que miente, insulta y ofende cada vez que abre la boca?.
    Y que no la perdone ni dios ni el diablo.

  2. «que Dios te perdona Lucrecia (alcaldesa en este caso), yo lo haría, si el perdón y el desprecio pudiesen ir unidos» esto pronunciado por el gran Fernando Fernán Gómez pone la piel de gallina

  3. German, ole, ole y ole!!!
    Cuando entramos al salon de plenos, bien sabes que ya no se nos quita ojo de encima. Bien es cierto que alguna vez deberíamos de reprimir un poco nuestras «risitas» y comentarios, pero, igual de cierto es, que con las provocaciones de su excelentísima, mantener esta postura es arto difícil.
    Una vez más, a esta «señora» o «señorita» o lo que sea, lo que más le fastidia es que asistamos al pleno, que apoyemos a nuestros compañeros que están ahí aguantando sus salidas de tono y su manera «dictatoriana» de llevar el pleno.

    Pero nosotros seguiremos acompañandolos, protestando y eso sí, no rebajandonos tanto como ella y sus amiguitas

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