Por J. Marset
Que la izquierda [en nuestra Comunidad] hemos perdido la calle, es una realidad más que palpable. Que la derecha la ha ocupado ayudada por sus medios afines y por esta jerarquía eclesiástica cada día más derechizada, es otra realidad. Hasta el punto de que, emulando aquellos románticos tiempos del final del franquismo, se están constituyendo ya en plataformas. Algunos aún recordamos aquellos tiempos en que nos teníamos que reunir, a escondidas por supuesto, constituyéndonos en platajuntas, plataformas, asociaciones, etc. unas con una finalidad social, otras con una finalidad política, siempre con la vista puesta en una inminente democratización de nuestro país. Pues bien, todo esto parece que se ha vuelto en el nuevo valor de la derecha española, y no digamos de la valenciana. Se va a constituir o se ha constituido ya una plataforma de Alcaldes de la Comunidad Valenciana con el fin de reclamar su derecho al agua, según su único punto de vista. Que yo sepa aún no ha habido ninguna población que haya sufrido cortes con los tiempos de sequía que corren, pero hay que armar ruido. «El ruido» es aquello desagradable que nos embota el cerebro, nos impide pensar, nos paraliza, nos pone de los nervios. Sólo hay que abrir el diccionario para entrever cuáles son las intenciones que animan a esta derecha insufrible. Veamos, ruido: sonido inarticulado y confuso más o menos fuerte. Alboroto. Novedad o extrañeza. Hacer una cosa insignificante como grande. Y si me permiten yo añado a todas estas acepciones «con fines partidistas». ¿Entienden ahora el porqué de toda la inmensa movilización de la derecha?. Recordemos hoy sólo el ruido en el País Valenciano o Comunidad, tanto vale, primero la lengua, los estatutos, el agua, la financiación, el AVE y la autovía, la ley de dependencia, la asignatura educación para la ciudadanía. Unas, esgrimidas contra la «la eterna enemiga», Cataluña. Otras contra el gobierno central. Tanto les da que a Barcelona le falte inminentemente el agua, que se esté terminando la Autovía Central y el AVE, (cuando en sus OCHO años de gobierno no hicieron absolutamente nada), que Alicante hoy tenga no sé cuantos hectómetros más de agua, que la financiación de los Ayuntamientos siga sin cumplirse, a pesar de las palabras del «ínclito» en 1999, etc. etc. Y todo con una maestría digna de alabanza. El pueblo sigue creyéndoles, sigue dándoles su voto. Tendremos, pues, que apuntarnos al «ruido». ¿Para cuando la manifestación de los rectores, catedráticos y profesores de nuestras Universidades PÚBLICAS, reclamando lo que se les debe?. ¿Para cuándo esa movilización de la acomodada juventud que invade nuestros campus? ¿o la que sigue esperando piso o empleo?. ¿Para cuando el plante de los Maestros ante tanta desidia en la educación PÚBLICA?, ¿Para cuándo la movilización de los médicos y sanitarios de la PÚBLICA ante la falta de medios?. ¿Para cuándo la revuelta de los servicios sociales de nuestros Ayuntamientos ante todo lo que deja de hacer nuestra Generalitat?. ¿Para cuándo la denuncia de todos los Ayuntamientos del PSPV-PSOE demandando lo que en justicia se les debe?… Y así muchas y muchas más preguntas. Mientras, nosotros inmersos en la «prefabricación» del próximo Congreso de País. Y el resto de ellos sabrán.