Son muchos los ciudadanos que se plantean esta pregunta: ¿es mejor la subida del I.B.I. que la alternativa de no hacerlo? Vamos a explicarlo.

Hay que señalar que, en 2022, a la hora de la elaboración de los presupuestos de 2023, los números ya no cuadraron. Había un descuadre de más de 2 millones entre gastos e ingresos. Por desgracia, este hecho no es puntual ni coyuntural. Las contratas se debían renovar con precios actualizados y dimensionados a las nuevas necesidades del municipio. Hacen falta policías, trabajadores para servicios sociales, un arquitecto, inspector de obras, conserjes, socorristas… Ibi necesita nuevas infraestructuras, como el geriátrico, la ampliación del cementerio, un polígono, renovación de canalizaciones en muchas zonas… Todo ha ido subiendo durante los últimos años mientras que los impuestos no lo han hecho. Con lo que se ingresa no se alcanza a cubrir lo necesario.

Entonces, ¿qué ocurriría si el I.B.I. no se subiera? No podríamos sacar los presupuestos para 2025 y volveríamos a los prorrogados de 2022, lo que supone que las partidas de inversiones y subvenciones se quedan nuevamente a cero. Estos presupuestos trabajan con unos recursos de 18 millones, con los que deberíamos hacer frente a unos 25 millones de gasto y esto se traduce automáticamente en colapso económico. Estaríamos obligados a realizar un plan de reequilibrio presupuestario, porque nos faltarían 8 millones de euros. Por ley tendríamos que eliminar todos los gastos que no fueran corrientes, es decir, fuera el dinero para Fiestas, Avís, Reyes Magos, Festes d’Hivern, San Pascual… nada para asociaciones, escuelas deportivas, piscina climatizada, ayudas, Plaza de la Iglesia, geriátrico, cementerio… todo fuera. Y además, nos obligarían a subir el I.B.I. al máximo, es decir, al 1,1, que supone un 100% de subida. Así estaríamos, con toda probabilidad, durante los dos siguientes años.

Al final, nos tocaría renunciar a todo y no podríamos esquivar la subida del I.B.I. De hecho, sería más severa. Por eso decimos que la decisión que hemos tomado, que entendemos que suponga el enfado ciudadano, es la mejor para Ibi, aunque no lo parezca a priori.

Esta es una decisión muy difícil que hemos tenido que tomar y que el anterior gobierno ya tendría que haber asumido en 2022. Unos impuestos congelados, cuando los gastos han ido subiendo año a año, son una irresponsabilidad con las consecuencias que ahora vemos. Nosotros sí hemos tomado la decisión, obligados por las circunstancias, por pura responsabilidad.

Sabíamos que esta decisión tendría un alto coste político y personal, pero hemos tenido que elegir entre que se hunda el pueblo o hundirnos nosotros y hemos elegido la segunda opción. Al final, nos ha tocado pagar los platos rotos de una gestión que no es nuestra, para sacar a Ibi del bloqueo y la precariedad. Debemos seguir trabajando para que todo esto se traduzca en mejores servicios, mejores instalaciones y un Ibi como merecen sus ciudadanos.

Sergio Carrasco Martínez
Alcalde de Ibi

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