22 de octubre de 2014
Todos aquellos que en alguna ocasión hemos intentado movilizar a la gente sabemos lo difícil que esto resulta.
En los días laborables, los horarios y el cansancio del día a día, impiden en muchas ocasiones dejar a un lado las labores que destinamos, precisamente, al “tiempo libre”. En nuestros hogares no hay nunca nadie que haga lo que nosotros dejamos de hacer.
Eso se evidencia más aún cuando la pretensión es la de buscar una movilización masiva. Generalmente no se consigue que dejemos la plancha o la colada -por ejemplo- para mañana, o directamente, no se consigue que apaguemos el televisor y levantemos el culo del sofá para manifestarnos públicamente ante una injusticia, a no ser que ésa nos ataña muy directamente… y muchas veces ni así.
Ibi no escapa a esas generalidades. Somos un pueblo industrial, en el que trabajamos fuera y dentro de casa y eso se nota en el movimiento callejero. Nadie vamos sobrados de tiempo.
Lo que hacía tiempo que no ocurría era que los ibenses también fallásemos de manera contundente en la asistencia a actos de ocio y cultura. Últimamente parece que también en eso estamos dejando que la comodidad nos venza. También es cierto que cuando se potencian los actos culturales desde el Ayuntamiento, atendiendo a la constante calidad en las programaciones, la respuesta tarda en llegar pero es siempre muy positiva. La gente se acostumbra a una buena oferta en su ciudad y cuenta con ella.
Y decimos esto porque venimos observando que en los últimos actos organizados o coordinados por el Ayuntamiento también están faltos de público. Tan faltos que vemos cómo algunos de ellos se suspenden. Eso no ocurre cuando son organizados por asociaciones o colectivos de ciudadanos.
Eso no ha sido nunca tan frecuente como lo está siendo ahora. El domingo día 12 tan sólo siete personas partieron de Ibi hasta el Menejador en una excursión que, a priori, era curiosa y sin dificultad y en la que además la temperatura animaba a participar.
La compañía Yllana tenía que actuar el domingo siguiente (día 19) en el Teatro Río con una obra que prometía (“Muu2”), sin embargo tuvo que ser aplazada por falta de venta de entradas. Al mismo tiempo que se informaba que se “aplazaba” esta actuación también se nos informaba que los monólogos de Antonia Sanjuán, previstos -tras un aplazamiento- para el 24 de este mismo mes estaban en peligro de suspenderse por la misma causa.
Anteriormente a esto, ya en marzo ocurría lo mismo con “Fumaos” y antes con la Orquesta Sinfónica de Elche (Novena Sinfonía de Beethoven).
Esta cadena de equívocos no puede ser casual. La sensación que se percibe es la de la falta de comunicación, de información de los actos. Se deberían promocionar lo suficiente y con la suficiente antelación a través de Radio Ibi, por ejemplo, colocar cartelería relevante en el Teatro Río y Centro Cultural de la Villa; pero sobre todo entender que la cultura no puede ni debe ser medida en términos económicos, ni por supuesto limitarse al gusto o preferencia del responsable de turno.
La calidad combinada con la pluralidad en la selección de los actos ha de ser prioritaria y, a la vez, ha de ir acompañada de una buena campaña promocional que, además, en el caso municipal no ha de resultar demasiado costosa.
Susana Hidalgo
No se trata de «colocar carteleria», no se trata de anunciar a bombo y platillo con jingles y sorteos banales. Se trata de CREAR PÚBLICO. Se trata de mimar y cuidar al público ya creado, ofrecer una programación variada y de calidad. Se trata de educar en cultura e implicar al ciudadano como parte de un proyecto común. De darle el valor que el teatro, música y danza (y todas las artes escénicas en sus variantes) merece en la sociedad. En el Centro Cultural existía un público fiel a la gran variedad de propuestas. Incluso existía la posibilidad de adquirir «bonos» (abonos) para temporadas que servían para fidelizar a un público implicado (en cultura, no en ocio). Considero, desde mi ignorancia como ciudadano que asiste cuando puede a los eventos, que ha habido un antes y un después, donde ha primado la banalidad de las propuestas ante la calidad de antaño. Pero es sólo una opinión.
Por cierto, el Centro Cultural promociona semanalmente todas las actividades en redes sociales de una manera, creo, inmejorable. Y por último, recuerdo asistir a varias obras de Yllana en la Casa de la Cultura (Star Trip, Paganini, Rock’n’Clown…) y en todas ellas disfruté como un enano. Y recuerdo que asistía bastante gente. Eso si, eran otros tiempos.
Suerte en vuestra labor.