23fEl fallido asalto al Congreso del 23 de febrero de 1981 ( 23-F), fue un intento de golpe de estado perpetrado por algunos mandos militares, siendo la parte más representativa el asalto al Congreso de los Diputados por 150 guardias civiles comandados por el teniente coronel de la Guardia Civil Antonio Tejero.
El golpe de estado de 1981 se encuentra estrechamente relacionado con cuatro elementos que generan una tensión permanente: la situación de crisis económica, las tensiones en la nueva organización territorial del Estado, las acciones terroristas de ETA y la resistencia de ciertos sectores del ejército a aceptar un sistema democrático.
Los primeros síntomas de malestar en el ejército tienen lugar en abril de 1977, cuando con motivo de la legalización del PCE. El Consejo Superior del Ejército emite una nota en la que manifiesta su disconformidad con dicha legalización, aunque la acate.
En noviembre de 1978 tiene lugar la desarticulación de la Operación Galaxia, una intentona golpista, por la cual su principal responsable, Antonio Tejero, será condenado a siete meses de prisión.
La debilidad de Suárez dentro de su propio partido, lo empuja a presentar su dimisión como presidente del Gobierno y de UCD el 29 de enero de 1981. Este hecho precipita los acontecimientos. El 1 de febrero, el Colectivo «Almendros» publica en El Alcázar un artículo claramente golpista; del 2 al 4 de febrero, los reyes viajan al País Vasco, donde los diputados de Herri Batasuna les reciben con un fuerte abucheo y varios incidentes, y el 6 de febrero aparece asesinado el ingeniero de la central nuclear de Lemóniz, José María Ryan, secuestrado unos días antes, mientras se sigue sin noticias de otro industrial secuestrado, Luis Suñer.
En medio de este tenso clima, se ponen en marcha los procesos de sustitución de Suárez. Leopoldo Calvo-Sotelo es nombrado candidato a presidente del Gobierno.
A las seis en punto de la tarde empieza la votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo como Presidente del Gobierno de España.
A las 18:21 horas un grupo de guardias civiles, metralleta en mano, irrumpe en el hemiciclo del Congreso de los Diputados encabezados por el teniente coronel Antonio Tejero. Éste, desde la tribuna, gritó «¡Quieto todo el mundo!» y dio orden de que todos se tirasen al suelo.
Instintivamente, como el militar de más alta graduación allí presente y como vicepresidente del gobierno, el teniente general Gutiérrez Mellado se levantó y, dirigiéndose al teniente coronel Tejero, increpó a los asaltantes, pidiendo explicaciones y ordenándoles que depusieran las armas. Tras un brevísimo forcejeo y para reafirmar su orden, Tejero efectúa un disparo que es seguido por ráfagas de subfusiles. Sin inmutarse, con los brazos en jarras, el general soporta las amenazas y los intentos de derribarle. Mientras la mayor parte de los diputados se postran en el suelo, obedeciendo las órdenes de Tejero, el diputado Carrillo y el presidente Suárez se mantienen sentados en sus escaños.
Siguiendo el plan previsto, se sublevó en Valencia el Capitán General de la III Región Militar, Jaime Milans del Bosch, quien sacó algunas compañías de carros de combate a la calle, desde el puerto de Valencia hasta el centro de la ciudad, donde apuntaban a los edificios institucionales, como el Ayuntamiento o las Cortes valencianas. Declaró el Estado de excepción e intentó convencer a otros militares de secundar la acción. En aquella noche la ciudad estaba rodeada de militares con tanques y otros camiones del ejército que habían salido de las bases de Bétera y Paterna.
A las nueve de la noche, un comunicado del Ministerio del Interior informaba de la constitución de un gobierno provisional con subsecretarios de diferentes instancias ministeriales, presidido por Francisco Laína, para asegurar la gobernación del Estado y en estrecho contacto con la Junta de Jefes del Estado Mayor. Entretanto, otro general golpista, Torres Rojas, fracasaba en su intento de suplantar en el mando de la División Acorazada Brunete al general Juste, jefe de la misma, abortándose la pretensión de ocupar los puntos estratégicos de la capital, entre ellos la sede de Radio y Televisión, y la difusión de un comunicado relatando el éxito del golpe.
La negativa del Rey a apoyar el golpe permitió abortarlo. El propio Rey se aseguró mediante gestiones personales y de sus colaboradores la fidelidad de los mandos militares. Hasta la una de la noche tuvieron lugar gestiones desde el Hotel Palace, en los alrededores del Congreso, lugar elegido como centro de operaciones por el general Aramburu Topete, entonces Director General de la Guardia Civil y el general Sáenz de Santa María, a su vez Director General de la Policía Nacional.
El monarca también contó con la ayuda de Sabino Fernández Campo, en aquel momento Secretario General de la Casa del Rey, y que ayudó al Rey realizando llamadas a diversos sectores militares como capitanías generales, estado mayor, etc.
Por allí también deambuló el general Alfonso Armada, parte del plan golpista, quien pretendía, simulando negociar con los asaltantes, proponerse como solución de compromiso. Su secreto plan de golpe emulando al general francés De Gaulle, fracasa al negarse Tejero a que presidiera un gobierno del que también formarían parte socialistas y comunistas. Más tarde, descubiertos sus planes, sería relevado de su puesto de Segundo Jefe del Estado Mayor del Ejército por su implicación en la trama golpista.
A la medianoche, Alfonso Armada se presentó en el Congreso con un doble objetivo: convencer al teniente coronel Tejero para que depusiera su actitud y asumir él mismo el papel de jefe del Gobierno a las órdenes del Rey, en actitud claramente anticonstitucional. Pero Armada no era la «autoridad competente» esperada y Tejero lo despachó violentamente.
Sobre la una de la madrugada del día 24 de febrero, el Rey intervino en televisión, vestido con uniforme de Capitán General de los Ejércitos para defender la Constitución española, llamar al orden a las Fuerzas Armadas en su calidad de Comandante en Jefe y desautorizar a Milans del Bosch. A partir de ese momento el golpe se da por fracasado. Milans del Bosch, aislado, canceló sus planes a las cinco de la mañana y fue arrestado, mientras que Tejero resistió hasta el mediodía del 24.
En el juicio seguido con posterioridad ante el Consejo Supremo de Justicia Militar, conocido como el Juicio de Campamento fueron condenados a 30 años de reclusión, como principales responsables del golpe de estado, Milans del Bosch, Alfonso Armada y Antonio Tejero Molina.

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2 COMENTARIOS

  1. Fué un día de los que quedan marcados para siempre. Cuando oigo de nuevo los documentos sonoros directamente y cerrando los ojos, siento todo lo que pasó y la emoción y las lágrimas vuelven a mis ojos. Para algunos fue un día normal, pero para la gente comprometida con la libertad y la democracia, era mucho más, tuvimos que dejarlo todo, coger una manta, a mi niño que no había cumplido un año, otro que venía dentro de mí, y con el miedo de que nos detuvieran en algún control, decidimos bajar a Andalucía para ver si nos daba tiempo de llegar a Portugal, por suerte nos detuvimos en Bailen y de madrugada ya nos sentimos más tranquilos y de allí nos volvimos.

  2. el golpe de estado fue perpetrado por los militares y apollado por el numero tres del psoe de ese momento que era mugica en las reuniones de lerida 1980 el ex jefe de la casa real lo cuenta bien claro ya fallecido claro,,,se reunieron 3 socialistas con armada y aceptaron el proceso de gobierno de concentracion que trataban de imponer junto con miembros de la ucd contrarios a adolfo suarez en la la lista del gobierno de armada el vicepresidente es felipe gonzalez,,, fijate la politica hace extraños compañeros de cama,,,,,y fue por eso el porque tejero no quiso que entrara armada al congreso porque lo habian utilizado

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