Todo tiene un límite

En la mayoría de los casos, cuando se decide entrar en política, pesa más la ilusión de participar que cualquier otra cosa, pero la vida política supone pagar muchos peajes.

Un peaje imprescindible es la exposición pública de tus bienes. Tus bolsillos deben ser de cristal. Otro peaje es mantener siempre el respeto y la objetividad, algo muy difícil de conseguir cuando el trato recibido por el gobierno de turno es injusto e injustificable.

Otro duro peaje es estar expuesto a la opinión pública, cuyas consecuencias a veces no sólo te afectan a ti sino a todo tu entorno familiar. En algunos casos las críticas pueden ser meramente especulativas. En estos casos, ya que las denuncias son públicas, el daño ocasionado a la imagen de esa persona es irreparable en la mayoría de los casos, a no ser que el denunciante no tenga ninguna credibilidad. Un ejemplo lo tenemos en la acusación sin pruebas que lanzó Miguel Ángel Agüera contra Antonio Martos cuando afirmó que cambiaba el voto cuando cobraba. Esta acusación sin pruebas le han costado al Sr. Agüera una denuncia por calumnias con publicidad que el juez admitió a trámite.

Pero cuando existe una denuncia por la actuación política en un juzgado y un político resulta imputado en una causa de corrupción, es porque existen dudas razonables y pruebas suficientes para abrir una investigación sobre la causa denunciada. Esto ya no es especulación. Ante esta situación la respuesta razonable por parte del imputado es la de dimitir por responsabilidad política, a pesar de todos los pesares.

Todas las noticias aparecidas en prensa durante esta semana señalan a Maite Parra y a Miguel Ángel Agüera en presuntos casos de corrupción de mucha gravedad, pero no es un caso aislado que aparece de la nada, son varios años de denuncias públicas parte de todos los miembros de la oposición por falta de transparencia en la gestión municipal, y en nuestro caso, el Grupo Municipal Socialista, también se ha denunciado ante el juzgado por detectar presuntas irregularidades en la gestión. Ni Maite ni Agüera han dado ningún tipo de explicación coherente a todas las preguntas con relación a los sobrecoses millonarios en las obras. Son nueve años de falta de transparencia en las contrataciones,  años de peleas internas, grabaciones, dimisiones y expulsiones de concejales del equipo de gobierno. En el caso de Maite Parra, el poco respeto democrático demostrado en todos los sentidos durante estos años de gobierno, no la hace merecedora del cargo que ostenta, a pesar de ganarlo en las urnas y los últimos acontecimientos en las Cortes Valencianas la inhabilitan para seguir como diputada.

Han cruzado todos los límites y se han ganado a pulso las exigencias, de parte de la mayoría de los grupos de la oposición  y de todos sus compañeros de gobierno, de que dimitan de inmediato. No es una cuestión de ambición política sino de sentido común.

Otra persona que ha cruzado el limite de lo razonable es Ana Sarabia, que esta imputada desde 2009 por el caso de la presunta Caja B en el polideportivo y que a día de hoy sigue IMPUTADA, pese a que ella vaya pregonando que «solo la están investigando». También se permite aconsejar a los concejales del PP que no le exijan la dimisión a Miguel Ángel Agüera. Otra de las licencias que se permite esta señora es la de abordarme en los pasillos del Ayuntamiento para insultarme por mis manifestaciones sobre las responsabilidades políticas de los imputados.

Espero no perder nunca la amistad con la gran mayoría de los concejales del Ayuntamiento de Ibi, porque lo primero son las personas, aunque crea que se equivocan en sus posiciones políticas, como es el caso de Juan Valls, al que respeto totalmente y al que me une una gran amistad que espero no perder.

La relación de amistad cordial que mantenía con Ana Sarabia de momento se ha roto, todo tiene un límite. Este es un peaje más que hay que pagar. Creo que ha cruzado muchos limites que no tienen vuelta atrás y que muestra dos caras, la dulce y la amarga.

Susana Hidalgo