Por Francisco Morote – Fuente: attac.es

El sistema, qué duda cabe, es ecocida y homicida, pero no caerá por si mismo porque aún teniendo esas características hay individuos, grupos y hasta puede que una clase mundial que en su expresión actual, la globalización capitalista neoliberal, lo defenderá con uñas y dientes y tratará de perpetuarlo por todos los medios. Esa es la realidad con la que hay que contar.

Claro que, por supuesto, ellos tratarán de persuadir a la inmensa mayoría de la humanidad -”gobernar, es hacer creer”, decía Maquiavelo-, de que el sistema, el traje hecho a su medida, es la prenda que mejor se ajusta a las necesidades no ya de ellos, sino de todos.

¿Qué hay que hacer, entonces?

Desenmascararles y mostrar la falsedad de que lo que en realidad es bueno para ellos lo sea para todos. Hay que poner al descubierto que defienden lo indefendible, que el sistema que ellos defienden, el capitalismo, no sólo como el mejor, sino como el unico posible, ni es el mejor, ni es el único posible. Tenemos que hacer ver a la inmensa mayoría de la humanidad que esa minoría poderosa, global, pretende hacer pasar por cierta la colosal mentira de que no hay alternativa posible al sistema. Debemos decirles y decir, el sistema que defendéis es indefendible, es dramáticamente dañino para la biosfera y para la gran mayoría de la sociedad y si lo defendéis, aún siendo dañino para la biosfera y para la mayoría de la humanidad, es porque os beneficia hasta tal punto, colma vuestras espectativas de tal modo, que no queréis ver no ya el daño que le infligís a la biosfera y a vuestros propios semejantes que, aunque empobrecidos, precarizados, desempleados, excluidos, marginados y hasta hambrientos, lo son, sino los gravísimos riesgos en que ponéis el futuro de toda la humanidad, y con ella el vuestro propio.

¿Llegarán a ver ellos, los individuos, los grupos, la posible clase mundial ecocida y homicida el riesgo que su sistema representa para todos?

Difícilmente, porque para ellos el sistema es prodigioso, funciona a las mil maravillas. Les permite de un modo u otro, bien mediante la producción o la especulación capitalista, y contando siempre con que en última instancia los poderes públicos, sus poderes políticos públicos, acudirán en su auxilio, enriquecerse y volver a enriquecerse y ser cada vez más y más ricos, que es su ideal supremo.

Conclusión:

El sistema que ellos defienden es indefendible en sí mismo considerado, y las razones por las que lo defienden tan incondicionalmente aunque no salten a la vista, o se enmascaren o se oculten inteligentemente, tienen que ver, pura y simplemente, con unos intereses, con unas conveniencias que son las de una minoría de superricos -grandes financieros, banqueros, especuladores y grandes empresarios ¿o empresaurios?, dueños de inmensos capitales- cada vez más global, que constituye el vértice cada día más afilado de la pirámide social mundial.

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