Parece que el PP ha empezado a enseñar el que sería su programa de gobierno. Ahora, obligado por las responsabilidades autonómicas, deja entrever medidas acordes con sus convicciones.
Después del anuncio de la eliminación de la enseñanza en valenciano, aparece la propuesta del copago en la sanidad pública. Y una vez más, parece que pasa desapercibida una propuesta del PP que atenta contra la base del estado de bienestar que entre todos construimos.
Ante las barbaridades de unos y el silencio de los otros, cabe gritar ¡basta!.
El engaño está en el mismo término. No se debe llamar «copago sanitario», estamos ante el «repago sanitario». La sanidad pública se financia con nuestros impuestos y aportaciones. No es que participemos de pagar, es que, simplemente, ya lo pagamos.
No olvidemos que el Servicio Nacional de Salud inicia su descentralización en el 2003, con el final de las transferencias sanitarias permite que sean las autonomías las responsables de la salud y la sanidad pública.
El cómo se están priorizando los gastos y los ingresos en los presupuestos, determina claramente el mal gasto y despilfarro de un PP valenciano que ha invertido más en eventos que en la calidad de vida de las personas.
El problema es el mal uso del dinero público. No se optimizan los esfuerzos ni se priorizan las inversiones efectivas y válidas. Se debería, sobre todo en sanidad, aumentar el personal especializado y especializar al personal necesario.
Tenemos que buscar la maximización de los ingresos y la revisión de los gastos para mantener la sostenibilidad del sistema sanitario, aumentando sus niveles de calidad y satisfacción.
Existen informes sobre «copagos en distintos países de nuestro entorno» que señalan que esta medida supone la merma y restricción de la accesibilidad al servicio sanitario público, y que afecta principalmente a las clases sociales de rentas más bajas y colectivos más necesitados. Aunque son los que más pueden necesitar de estos servicios para garantizar la mínima garantía de calidad de vida, son los que, con un copago, más fácilmente se ven obligados a renunciar al mismo. Es decir, el copago no consigue una reducción global del gasto sanitario y sí supone una discriminación a la población más vulnerable.
Por todo ello entiendo que es de otras partidas de donde hay que ahorrar, otros gastos los que hay que economizar para seguir garantizando derechos fundamentales básicos.
Es imprescindible hacer honor a la memoria de Ernest Lluch y defender un modelo sanitario público, accesible y de calidad.
Como socialdemócratas modernos y convencidos no podemos renunciar a pilares fundamentales para la convivencia y calidad de vida democrática. ¡Exijo un mensaje claro y alto por la defensa del servicio público de salud universal accesible!
Nuestro silencio nos hace cómplices de las barbaridades del PP.