El pasado mes de junio finalizaron las obras de restauración del Pou del Barber. Sin duda, la recuperación de nuestro patrimonio siempre es bien recibida y una gran noticia, eso sí, cuando se hace bien. Vaya por delante mi total ignorancia sobre arqueología y restauración del patrimonio, pero como ocurre en el vino, puede no entenderse de esos caldos pero saber bien el que te gusta.
El resultado final ha dejado con la boca abierta a la mayoría de ciudadanos ibenses que conocían dicho pozo, aunque no por razones tan positivas como cabría esperar, sino por el escaso parecido del resultado final con el original. Además de sustituir la puerta original de madera por otra de reja metálica, el pozo ha sido rematado con una cubierta de un material que parece cemento, salpicado a modo testimonial con alguna piedra incrustada. Dicha cúpula se une al cuerpo del pozo por una especie de alero o cinturón circular también del mismo material que la cubierta. Todo esto le da un aspecto industrial, prefabricado, que en absoluto recuerda a los métodos de construcción de la época y desentona totalmente con el aspecto que presentaba hasta el momento y el que podríamos imaginar tras su construcción.
El Concejal de Urbanismo, Santiago Cózar, afirma que la restauración se ha realizado con rigor histórico.
En el pliego de condiciones técnicas de las obras de restauración, en su punto 4.3 (Descripción de la solución), se dice que “también se restituirá la cubierta de teja que originariamente cubría el nevero”. Aspecto que también recoge el Proyecto Arqueológico de Intervención en su punto 1 (Descripción y delimitación del área de actuación). Todo aquel que ha visitado con anterioridad el Pou del Barber ha podido observar que en sus inmediaciones había gran cantidad de restos de tejas.
Como ya hemos dicho, en el pozo restaurado, la cubierta está compuesta por cemento y alguna piedra incrustada. La impresión es de obra no finalizada y parece que aún le falta algún recubrimiento. Cuesta mucho imaginar que ese pozo tuviera ese aspecto cuando lo construyeron (entre siglo XVIII y XIX). Más bien parece una restauración fallida, para entendernos, una chapuza. El “Ecce homo” del Barber.
Lo cierto es que han intervenido en esta obra profesionales y técnicos de demostrada experiencia y cualificación pero, o la idea no estaba clara o la ejecución de la misma se ha realizado de forma muy poco acertada.
Tan solo espero que cuando haga falta restaurar la Alhambra de Granada o el Acueducto de Segovia, los ayuntamientos correspondientes sean más exigentes que el nuestro.
Vicente Bernabeu Brotons