27 de junio de 2014
Todas las propuestas que nos realizan los ciudadanos vía internet son valoradas y se llevan a las correspondientes comisiones informativas para su debate por todos los grupos políticos.
Esta semana hemos llevado a la Comisión Informativa de Servicios Públicos, entre otras demandas vecinales, la propuesta de una vecina que nos comentaba vía e-mail su preocupación por la pérdida de agua potable que suponía tener las fuentes de Ibi derramando agua durante las 24 horas del día. Abrir el grifo y que salga agua es un hecho absolutamente habitual hoy en día, pero durante muchos siglos esto no fue así. Actualmente las fuentes ornamentales y los abrevaderos son el recuerdo de una época en la cuál las fuentes públicas daban un gran servicio a la ciudadanía y significaron un gran avance en la calidad de vida del vecindario.
El correcto mantenimiento de las fuentes como pequeños monumentos históricos es fundamental, pero el hecho de que sigan derramando agua diariamente supone un coste ecológico que con toda seguridad no nos podemos ni debemos permitir. La sequía de este año en curso, agudiza mucho más la sensibilidad ante la pérdida por un bien vital para la supervivencia del hombre.
La vecina de Ibi proponía poner grifos en las fuentes de la Plaza de la Palla y el abrevadero de la ermita San Vicente para evitar que se pierda agua que apenas se aprovecha.
Hemos consultado a los técnicos en la materia y efectivamente el coste anual de metros cúbicos de agua que se derrama en las fuentes es significativo (alrededor de 23.000 m³ al año entre las dos fuentes). Hay que tener en cuenta que la pérdida es mayor, ya que otras fuentes también funcionan con chorro continuo de agua potable, como la de la Plaza de la Iglesia, que funciona con dos caños al mismo tiempo. Las fuentes antiguas están diseñadas para que fluya el agua y cuando se les tapona de alguna manera, empiezan a dar problemas, además de perder gran parte de su atractivo estético, por lo que en principio, ponerles un grifo no es lo más recomendable, aunque puede estudiarse.
Existen otras posibles soluciones. Una sería dotarlas de un sistema de circuito cerrado. Visualmente es lo más atractivo aunque el agua dejaría de ser potable y, pese a señalizarlo correctamente, podría haber algún problema de ingesta de agua por parte de algún niño.
Otra opción es cerrar definitivamente el agua y dejar las fuentes secas.
Una solución intermedia, quizás la mejor desde nuestro punto de vista, es la de controlar y medir los tiempos y horas en las que las fuentes estén en marcha. Consistiría en dar el agua los fines de semana y días festivos, con más amplitud horaria en el periodo estival, cuando más uso se les da, y menor intervalo en invierno. También hay que tener en cuenta que en la plaza de la Palla existe una fuente moderna con grifo, por lo que cortar el agua de las fuentes tradicionales durante un tiempo no supondría (en este caso) dejar de dar servicio a la ciudadanía.
Estas opciones son las que de momento se barajan pero todas las sugerencias se tienen que tener en cuenta, por lo que te animo a participar y opinar sobre este tema.
Susana Hidalgo
Enhorabuena Susana, creo que esa solución intermedia es la más interesante. Sostenibilidad es la necesidad de no esquilmar. Hoy no necesitamos tanta pérdida inútil de agua. Pero está bien que cualquiera pueda saciar su sed en una fuente pública. Hemos llegado al punto que a determinados bares les sabe mal dar un baso de agua, y a nosotros vergüenza de pedirla. «Lo que hay que ver»