Desde finales de julio del pasado año, hasta la misma víspera de los comicios celebrados el día 20 de noviembre, pudimos escuchar muchas promesas del Partido Popular que, en apenas cien días y como si de una burla a la sociedad española se tratara, han sido pulverizadas sin rubor alguno.

Mientras gobernaba el PSOE, una de sus máximas favoritas era que “España necesita tener un gobierno nuevo que dé confianza”. Vista está la confianza que ha generado este nuevo gobierno. La bolsa está en mínimos históricos y la dichosa prima de riesgo, en máximos también históricos.

A solo ocho días de las elecciones de noviembre, Mariano Rajoy proclamaba en un mitin en Zaragoza: «Es igual lo que piensa la gente con tal de que piense que en este país es necesario un Gobierno apropiado que nos mantenga en el euro, cree empleo y conserve las políticas sociales«.

Rajoy, entonces solo candidato a la presidencia del gobierno, se dejaba columpiar por los estragos que habían causado la crisis y el desempleo. Se limitaba a recoger los frutos de estas lacras que sacudían (y sacuden) a la ciudadanía española. En la práctica, se apropió de la máxima “Cuanto peor, mejor”. Como mucho se limitaba a desprestigiar cualquier iniciativa del gobierno socialista y anunciaba que él haría todo lo contrario.

¿Nos suena esto?: “No hace falta una reforma para el despido, hace falta una reforma para el empleo”. “En tiempos de crisis es contraproducente subir los impuestos, es una temeridad”, pero sobre todo oíamos, tanto en boca de Mariano Rajoy como de sus colaboradores, “Si gobierno, no me quejaré de la herencia que reciba del PSOE”.

Todo esto fue antes del 20 de noviembre de 2011. Para esa fecha, el entonces candidato pedía la mayoría absoluta para, no subir los impuestos, no hacer recortes, dejar intactas la sanidad y la educación públicas… y además ¡no quejarse de la herencia recibida!

Sin embargo, en apenas 100 días hemos visto entre otras cosas:

Que la reforma laboral recorta derechos, abarata despidos, agrede frontalmente a los trabajadores.

Disminuída nuestra nómina por el aumento del IRPF.

Que Rajoy, De Guindos, Montoro y Arenas se excusan constantemente en «la herencia recibida«.

Ahora dejarán de destinar 10.000 millones de euros para Sanidad y Educación.

Esto, me gustaría equivocarme, no va a parar. Ya se habla de subida de IVA, de copago en Sanidad, etc.

Eso sí, ahora ya no son «recortes», ahora son «ajustes». Y esto debe ser porque el castellano es un idioma muy rico en vocablos.

Lo más triste es que a pesar de todo ello, el Partido Popular reconoce que las medidas por sí solas no solucionarán nada y que lo que hace falta es tiempo. Precisamente el tiempo que ellos no concedían a los anteriores gobernantes. Para este viaje no hacían falta estas alforjas, de sobra es sabido que los ciclos económicos son ciclos y que con el tiempo, pasan. Ahora bien, la responsabilidad de cómo pasen las familias ese tiempo recae, por supuesto, en el Gobierno. En sus manos queda que, a la salida de la recesión, el Estado del Bienestar que todos hemos conocido y por el que todos hemos trabajado, siga vigente, ése en el que los ciudadanos «de a pie» podamos confiar para poder salir adelante en momentos de dificultad, para que las consecuencias de esta crisis –que nosotros no hemos provocado-nos afecte lo menos posible.

Nos prometían lo que queríamos oír y la sociedad les creyó. Todo un auto de fe.

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