La estrategia del Gobierno pasa ahora al parecer por deslegitimar las críticas y las movilizaciones contra sus decisiones. Quien disienta será tildado de radical. Quien se manifieste será calificado de maleante. Y cualquier gesto de comprensión del PSOE hacia los críticos con el Gobierno será considerado como una incitación a la algarada y a la helenización de nuestro país. Se equivocan gravemente.
Las críticas argumentadas y las movilizaciones pacíficas son tan legítimas como inevitables en un contexto de crisis y de medidas polémicas. El problema no está en la movilización, sino en la causa de la movilización. Y la respuesta no puede limitarse a reprimir la movilización. Junto al discurso del “todo va mal”, el Gobierno está obligado a hacer el discurso de las soluciones. Junto a la llamada al sacrificio, el Gobierno debe hacer la llamada a la esperanza.
Fuente: Blog de Rafael Simancas