Efectivamente la frase del título de este artículo es una máxima y una garantía de una democracia madura y digna de ser toma en consideración, pero a riesgo de pasarme tengo que decir que no me parece del todo correcta, creo que todos, lo que se dice todos los ciudadanos no podemos ser iguales ante la ley, y digo esto porque los que ejercemos una responsabilidad política, los que de alguna forma dirigimos los destinos de una sociedad, los que manejamos el dinero de todos los ciudadanos, debemos de estar más controlados y esa misma ley debe ser muchísimo más exigente con los políticos que con cualquier otro ciudadano.
Hemos llegado a un punto en donde las personas nos ven como “el problema” en vez de cómo “La solución” y eso ya es el colmo. Pero lo más lamentable es que tienen razón, existe una clase política que se ha dejado llevar por corruptelas, chanchullos, que afortunadamente son pocos, pero hacen mucho ruido, que son las manzanas podridas dentro de un cesto muy sano. Cuatro desalmados y sinvergüenzas han conseguido que nos midan a todos por el mismo rasero y eso tampoco es justo.
El político no puede vivir de espaldas a los ciudadanos a los que gobierna, no tiene sentido, siempre debe estar al servicio de ellos, nunca al revés, y por supuesto no nos podemos creer que un puñado de votos, por muy grande que sea nos otorga ninguna licencia para tomar lo público como privado.
Sinceramente creo que la política hace falta y quien diga lo contrario es que vive aletargado y encerrado en una habitación sin vistas a la calle, porque la política es todo y todo es política. Lo que hace falta es dignificarla y llamar a las cosas por su nombre y a las personas por sus hechos.
Creo que hace falta hacer una verdadera limpieza y en política hay que ser menos garantistas y si las personas por iniciativa propia no sabemos irnos cuando se ciernen nubarrones sobre nuestras cabezas, deberían de echarnos.