Por Gonzalo Milla Tebar
El 18 de julio de 1936, el General Franco junto con otros generales, daban un golpe militar para derrocar al gobierno que legítimamente había salido elegido en las urnas. Aquel golpe militar provocó una guerra civil tan cruel que enfrentó a hermanos contra hermanos.
Mientras duró esa guerra no sólo murieron españoles en los campos de batalla sino que también murieron muchos civiles en los dos bandos. ¿Qué pasó una vez terminada la guerra? Los vencedores, en nombre de Dios y con el apoyo de la Iglesia, empezaron una persecución y acoso de los vencidos. Las torturas en los campos de concentración, en las cárceles y los fusilamientos por miles, llenaron las cunetas de muertos, los descampados de fosas comunes llenos de cadáveres amontonados como si fueran animales.
Ahora, los familiares de los represaliados piden justicia y quieren recuperar los restos de sus familiares, arrebatados primero en vida y durante treinta años en muerte, para darles cristiana sepultura. Ahora, los que se manifiestan por el derecho a la vida, se oponen a este derecho.
La derecha española intenta quitar de en medio al único juez que está dispuesto a hacer justicia. Llaman antidemócratas a los que se manifiestan en defensa del juez y su causa, incluso les tachan de carcamales, como hizo la Sra. Aguirre. ¿También consideran antidemócratas a los que se manifiestan contra la libertad de los homosexuales o contra la Ley del Aborto? ¿Cómo catalogan a los que se manifestaron contra el gobierno y llamaron al presidente del gobierno terrorista y asesino? (hay que aclarar que se lo decían al actual Presidente del Gobierno, a Zapatero, no a Aznar, que fue el de la guerra de Irak). Supongo que los señores del PP han olvidado todo esto y por eso el Sr. Rajoy, nieto de republicano, se niega a pedir justicia para estas familias.
Es imposible reabrir una herida que nunca se cerró. ¿Cómo se va a cerrar una herida cuando hay asuntos sin solucionar, cuando hay gente que busca a sus seres querido? Es ese asunto pendiente el que mantiene la guerra en las mentes. Mis abuelos murieron sin saber dónde estaban sus hijos enterrados. Eso, para una madre es muy duro, no poder llevar ni una flor a sus hijos, no saber dónde están sus cuerpos, pudiendo sólo rezarles y llorarles.
Por mi parte, no puedo perdonar jamás a aquellos que, en nombre de Dios, quitaron tantas vidas por no ser del Régimen.