Por Francesc de P. Burguesa
Según Mariano Rajoy, es una necesidad imperiosa y acuciante, «recuperar los valores arraigados en la sociedad española». Esto dijo en su discurso pronunciado en Valencia el pasado sábado a donde vino para celebrar el primer aniversario de su elección como presidente del PP. Y nada mejor que elegir Valencia para pronunciar estas palabras. porque es en Valencia donde más arraigados están esos valores que Rajoy considera de una necesidad imperiosa y acuciante recuperar.
Veamos. La alcaldesa Rita Barberà y sus concejales del PP han rechazado, por tercera vez, retirar los símbolos franquistas en edificios municipales y espacios públicos de la ciudad. Sin duda deben considerar estos símbolos como «valores fuertemente arraigados». Sin embargo, en Madrid, se acaba de aprobar, por unanimidad del PP, PSOE e IU, retirar todos los honores que durante la dictadura concedieron a Franco y su familia, como alcalde honorario de la capital, hijo adoptivo y medallas de oro y honor. Pero aquí estamos en Valencia.
El presidente del PP de la provincia de Valencia, de la Diputación y alcalde de Xàtiva, Alfonso Rus, al presentar el Grupo Socialista en su Ayuntamiento una petición para que se retiren los honores concedidos al dictador Franco como alcalde perpetuo de la ciudad setabense, se levantó ante el pleno para oponerse gritando un «¡Arriba España!» que estremeció a la concurrencia. ¿Son estos los valores arraigados que Mariano Rajoy quiere recuperar? En Valencia puede ser que sí. Esta derecha valenciana es mucha suya y con valores muy arraigados. En Madrid parece ser que no están por la labor. Al menos eso se deduce con su alcalde Ruiz Gallardón al frente acompañado de los ediles del PSOE y de IU. Pero Valencia es Valencia.
Tenemos un presidente de la Generalitat, el molt honorable president Francisco Camps, que es admirado y querido por todo el mundo. El eurodiputado del PP Mayor Oreja, en el acto celebrado en la plaza de toros de Valencia durante las pasadas elecciones, proclamó urbi et orbi que «Camps es el más honorable de todos los españoles». ¿También más honorable que el Rey? ¡Ahí queda eso!
Sucede, sin embargo, que el «más honorable de todos los españoles» que nos viene gobernando a los valencianos desde hace tiempo con mayoría absoluta es una calamidad como gobernante. Y lo siento. No cumple sus promesas. En su primera campaña electoral prometió que inauguraría un colegio cada semana para acabar con los barracones. Han pasado ocho años y aún son miles y miles los estudiantes que tienen que recibir las clases en los incómodos barracones. Anunció que construiría 21.949 viviendas de protección oficial entre 2002 y 2005. Estamos en 2009 y solo se han construido 432.
En 2003 y desde Aras del Maestre, el presidente Camps y González Pons -otro que tal baila- hicieron pública la llamada Declaración de Ares en la que presentaron al PP de Valencia como el partido más valencianista que pensarse pueda y que la defensa del valenciano era algo primordial a la que dedicaría gran esfuerzo. Y ahí están los resultados: la Consejería de Educación marginando la enseñanza del valenciano. Y no hablemos ya de lo poco que a nuestro presidente le preocupan la agricultura, la economía productiva, o la pequeña y mediana empresa. Los empresarios reniegan con razón del modelo de la especulación y de la elevada deuda de la Generalitat.
Y es que no hay dinero. La Generalitat, financieramente está en quiebra. Gran parte del erario público se ha despilfarrado en terras míticas, fórmulas 1, copas del América, visita del Papa y otros caprichos de nuevos ricos. Y así nos va.
Fuente: El País