Este pasado lunes pudimos leer un artículo en el periódico El País que hacía referencia a las últimas declaraciones de Francisco Camps sobre el caso de corrupción que le salpica. Por la coherencia del autor y los paralelismos con lo que sucede en Ibi, hemos querido incluir un extracto del artículo.
Un ratito largo (extracto)
Anunciar que hay que esperar un «ratito largo» hasta demostrar la inocencia judicial del presidente Camps es un error político más entre los muchos que se están cometiendo en todo este asunto. Bien parece que se está aceptando la lógica fúnebre de aquella escritora de finales de los sesenta, que afirmaba que ante un diagnóstico de enfermedad terminal, además de morir, lo hacíamos por etapas, a plazos, siguiendo un ritual. Primero negar la evidencia, rechazar el diagnóstico, a mí no me puede suceder esto. Después el enfado, la agresividad, atacar a los que dicen eso de mí. A continuación viene la negociación, prolongar la agonía con tratamientos inexistentes, que en esas estamos ahora, pactar un ratito largo de espera. Luego vendrá la depresión y, por último, la aceptación de lo inevitable. Personalmente no me gusta eso de morir por etapas y según normas, ya sea en política o en medicina, que cada uno se lo organice a su manera.
En cualquier caso, las estrategias para enfrentarse al escándalo político son múltiples y variadas, están muy estudiadas y existe una amplia literatura al respecto. Por ejemplo, desacreditar a la fuente que destapa el asunto es una de las más conocidas y esa ya está en marcha, eso es correcto. Luego está la técnica de la «manzana podrida», cargar las culpas sobre una o dos personas y retirarlas de escena para que no contaminen a las demás, de acuerdo, también es una posibilidad. Y así hasta seis o siete más que están perfectamente descritas en los abundantes estudios actuales sobre el tema, pero lo de esperar un ratito largo es nuevo y desconocido.
A este paso no os va a dar tiempo a comentar la cantidad de noticias (casi todas escandalosas) que produce el Ayuntamiento. El otro día oí qe había tres empleados en el Ayuntamiento encargados de la comunicación (por supuesto pagads con nuestros impuestos).
Digo yo si el Ayuntamiento (mejor dicho, la alcaldesa) no los puede repartir entre los distintos grupos para enviar comunicaciones, contracomunicaciones, anuncios, rectificaciones etc…
Por cirto, y a la vista del rosario de escándalos, ¿no os habéis planteado una moción de censura, para al menos saber si todos los concejales del PP apoyan a los que se están viendo implicados en los escándalos?
¿Alguien sabe si ha habido una reunión como la que hubo para exigirle a Ana Sarabia la dimisión?