«No entiendo nada, esto no es de mi nivel, no puedo hacerlo». Así de contundentes respondieron prácticamente todos los alumnos (199 de 201) de tres institutos públicos de Alicante (Las Lomas, Mare Nostrum y Bahía Babel) en la primera prueba inicial de Educación para la Ciudadanía, una asignatura obligatoria por ley que el Gobierno de Francisco Camps ha introducido este curso en la Comunidad Valenciana, pero que ha decidido que se imparta en inglés para dejar clara su oposición a la materia.
La asignatura debe impartirse, en teoría, con un profesor de filosofía y otro de inglés que se encarga de traducir, una fórmula que ha indignado a la comunidad educativa y fue respondida con movilizaciones de profesores, padres, alumnos y directores de instituto.
Este primer examen pretende servir de diagnóstico para comprobar si los alumnos están entendiendo los contenidos. El resultado de la prueba, que hicieron tres institutos de Alicante el miércoles pasado, ha sido catastrófico: la inmensa mayoría de los alumnos de segundo curso de ESO, con 12 ó 13 años, han suspendido y sólo dos lograron aprobar. Se trata de alumnos de origen británico.
El examen, un comentario de texto sobre un cuento persa, forma parte del material didáctico que recomienda en su web la Consejería de Educación valenciana para impartir la asignatura. «Es imposible que entiendan algo, hay una descompensación entre el nivel del material de la consejería y lo que aprenden en Inglés en 2º de ESO», afirman profesores de estos centros que prefieren mantener el anonimato. En esta asignatura se explican cuestiones más sencillas y los alumnos cuentan con un vocabulario mucho más limitado del necesario para poder seguir la clase de Ciudadanía. Se les pide, por ejemplo, que hagan analogías entre un relato antiguo y un cuadro de Klimt. El texto en inglés está repleto de frases complejas en un vocabulario «nada inteligible» para ellos, según los docentes.
Los profesores repartieron corregidas las pruebas a todos sus alumnos para que las entregaran en sus casas y las devolvieran firmadas por sus padres. «Los padres contestaron indignados y nos echaron la culpa a nosotros, pero sólo nos hemos limitado a cumplir con el temario y con las instrucciones que marca la consejería», aseguraban ayer los mismos profesores. Tienen previsto convocarles para que vean los exámenes de sus hijos, y poder explicarles los «verdaderos» motivos por los que la implantación de la asignatura está fracasando en la mayoría de centros públicos. Algunas pruebas están en blanco; otras, repletas de frases como «no entiendo nada».
Los docentes de inglés y filosofía creen imprescindible que el Gobierno regional les permita realizar una «adaptación curricular individualizada», es decir, adaptar la clase al nivel de conocimiento que tienen los alumnos. «Lo fundamental es que los chavales se enteren y no pierdan el tiempo, y si no saben inglés tendremos que dar la clase en castellano o valenciano», concluyen. Aunque la muestra de 201 exámenes en tres centros no refleja el nivel en toda la comunidad, sí da una idea del nivel de los alumnos y de los graves problemas para abordar esta situación.