Por Susana Hidalgo, Concejal del Grupo Municipal Socialista
El pasado sábado 20 de septiembre, unos trece ibenses, muy poquitos, participamos en la campaña “Limpiar el mundo”, iniciativa auspiciada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y su objetivo es lograr conservar y proteger el entorno.
Nos pusimos los guantes y limpiamos la antigua cuenca del río. Encontramos sillones, botes de pintura y sobre todo, restos de botellón. Este hecho nos hizo darnos cuenta que no ver es diferente a que las cosas no existan.
El botellón es una realidad aunque en Ibi está totalmente prohibido, como en toda la Comunidad Valenciana.
Cuando prohibido se sigue dando es que algo falla.
Otras comunidades autónomas han decidido poner en marcha diferentes estrategias.
En Extremadura se puso en marcha “Ley de Convivencia y Ocio» (2003), que no prohibe el botellón pero que regula dónde se puede practicar (los llamados “Espacios de creación joven”). Lo que sí se persigue duramente es el consumo y la venta de alcohol a menores, porque una cosa no quita la otra.
El modelo extremeño ha sido adoptado por otras comunidades autónomas y ayuntamientos.
La Ley 7/2006, de 24 de octubre, (conocida como ley Antibotellón) otorga facultades a los ayuntamientos andaluces para controlar y penalizar el botellón, y autoriza la creación de espacios específicos, conocidos como botellódromos, siendo Córdoba la primera ciudad en instalarlo, a mediados de 2005. El objetivo es evitar molestias a los vecinos, para compatibilizar el ocio y el descanso. Al menos, en los botellódromos, se proporciona ciertas medidas de higiene y seguridad, no presentes en plazas y parques, tales como urinarios públicos, suficientes contenedores de basura o control de la edad de los participantes.
En algunas ocasiones, el botellódromo no ha tenido éxito por encontrarse a las afueras de la localidad, demasiado alejado para llegar a pie.
En fin, el botellón provoca todo un debate que deberíamos tomarnos muy en serio, teniendo en cuenta que además en Ibi el ocio nocturno en locales cada vez está más reducido. Sin locales de ocio ni nada que lo sustituya, lo jóvenes no tienen ninguna otra alternativa.
Podemos mirar hacia otro lugar, negar el fenómeno o prohibirlo a gritos (porque prohibido ya está), el botellón existe y va a más. Todo un riesgo, un problema. Mientras buscamos alternativas, ¿no sería mejor regular este fenómeno, hasta ahora sin control alguno?
El Grupo Municipal Socialista prefiere no engañarse mirando hacia otro lado mientras el problema crece. Es el momento de debatir y proponer soluciones pensando en el ocio de los jóvenes y en el bienestar de los menos jóvenes.
Como de costumbre, el equipo de Gobierno del PP no tiene nada que decir al respecto, ni a los grupos de la oposición ni a la ciudadanía. Ya se sabe, ojos que no ven…