El presidente del Gobierno y el líder del PP dan por enterrada la crispación.
Las cosas han cambiado mucho y muy rápido. En unos pocos meses, y tras unas elecciones que mostraron la fuerza de cada uno, PSOE y PP han ido trenzando un nuevo clima en la política española que concluyó el pasado miércoles con el acto formal, con un caluroso apretón de manos al pie de las escalinatas de La Moncloa -y no arriba, con frialdad, como era habitual-, de la muerte de la llamada crispación.
En política, los gestos lo son casi todo. Y la bajada de José Luis Rodríguez Zapatero hasta el coche en el que llegaba Mariano Rajoy auguraba una reunión especial. Lo fue. Con tono de hombres de Estado y solemnidad de momento importante, el presidente del Gobierno y el líder del PP reconocieron, tras dos horas de reunión, que han pasado «de una clara confrontación, en la pasada legislatura, en todos los terrenos, al entendimiento». Especialmente en política antiterrorista, el asunto más sensible de todos, el que les dividió a ellos y sus votantes, en el Parlamento y en la calle, durante cuatro años.
En política, los gestos lo son casi todo. Y la bajada de José Luis Rodríguez Zapatero hasta el coche en el que llegaba Mariano Rajoy auguraba una reunión especial. Lo fue. Con tono de hombres de Estado y solemnidad de momento importante, el presidente del Gobierno y el líder del PP reconocieron, tras dos horas de reunión, que han pasado «de una clara confrontación, en la pasada legislatura, en todos los terrenos, al entendimiento». Especialmente en política antiterrorista, el asunto más sensible de todos, el que les dividió a ellos y sus votantes, en el Parlamento y en la calle, durante cuatro años.

Uno compareció en La Moncloa y el otro en la sede del PP, en la calle de Génova, para dejar claro que siguen siendo opositores y rivales, pero el tono que utilizaron abría paso a un nuevo tiempo político.

Zapatero auguró para esta legislatura un «clima político más sosegado» que la anterior. Rajoy, más timorato y siempre buscando justificaciones para el acuerdo -es el jefe de la oposición y tiene un sector duro al que atender que le exige caña contra el Gobierno-, también admitió que las cosas han cambiado para mejor. «Estoy muy satisfecho. Siempre he manifestado mi voluntad de llegar a acuerdos. Si el Gobierno da pasos en la buena dirección en la política antiterrorista, lo sensato es apoyarle. Es lo que nos piden los españoles, y no ocurrió en la pasada legislatura, lamentablemente».

El entendimiento de Zapatero y Rajoy se traduce en dos pactos de Estado: la recuperación de la unidad en la lucha contra el terrorismo y la reforma de la justicia, con un compromiso de renovación del Tribunal Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial para el próximo septiembre como asuntos estrella. Ambos órganos, claves para el funcionamiento de la justicia, fueron escenario de choque constante durante la anterior legislatura, hasta el punto de que el Poder Judicial lleva un año y medio en funciones por el rechazo del PP a cualquier acuerdo.

El doble pacto estaba cantado porque desde hace meses venían trabajando en él los representantes del PSOE, José Antonio Alonso y Alfredo Pérez Rubalcaba, y del PP, Soraya Sáenz de Santamaría y Federico Trillo. Blindadas las políticas de Estado, la economía se confirma, tras la reunión de ayer, como el campo de colisión entre Gobierno y PP, como sucede habitualmente en los países democráticos.

La clave del pacto contra ETA está en cinco principios que ambos asumieron: estrategia compartida de los dos grandes partidos; apoyo a las víctimas; Estado de derecho como única vía; declaración política solemne de no pagar precio político por el final de ETA y reformas legales contra los terroristas.

Zapatero destacó que se había recuperado la unidad, mientras Rajoy insistió una y otra vez en que ese cuarto principio -el de no pagar precio político- implica una rectificación de la línea de Zapatero en los cuatro años anteriores, cuando apostó por un final dialogado de la violencia. «Decimos que no cabe el diálogo con ETA. Que no recibirá premio por matar ni por dejar de matar. El Gobierno ha cambiado de criterio, ha aceptado el nuestro y yo le voy a apoyar», señaló Rajoy.

Rajoy aclaró, a preguntas de los periodistas, que ya no piensa reclamar la derogación de la resolución de mayo de 2005 que abría paso al diálogo con ETA si dejaba las armas. El PP estuvo hasta el final de la pasada legislatura reclamando esa derogación. Ahora ve que la resolución ha muerto de hecho. «¿Se fía?», le preguntaron. «Si no, no iría a la reunión», sentenció. «Creo que el Gobierno se ha dado cuenta de que lo bueno es esta línea».

El Gobierno considera que han desaparecido las condicione s para un diálogo con ETA, previstas en el Pacto de Ajuria por el que se guió durante el alto el fuego de 2006, una vez que la banda lo rompió hace un año. Y por ello recupera las bases tradicionales de los pactos de Madrid y de Ajuria Enea de 1988 de la lucha contra ETA. No se plasmará en un texto, pero Zapatero tiene intención de extenderlo a todos los partidos el lunes, cuando abra la ronda de portavoces en La Moncloa.

Para Zapatero, el acuerdo ha sido posible gracias al cambio de estrategia del PP una vez que constató, tras la derrota electoral de marzo, que los ciudadanos no querían que utilizara el terrorismo en la confrontación política.

Zapatero y Rajoy no abordaron en su encuentro la política territorial, ni la financiación autonómica. Tampoco la política exterior pese a que el presidente estaba interesado en buscar la complicidad del PP para la presidencia española de la UE en 2010. Sí lo hicieron con la propuesta de consulta soberanista del lehendakari, Juan José Ibarretxe, y coincidieron en confiar en que el Tribunal Constitucional la rechace.Un nuevo acuerdo para un día lleno de ellos.

Los principales acuerdos

– Cinco principios de la lucha antiterrorista. Unidad de los demócratas; apoyo a las víctimas; confianza en la actuación del Estado de derecho; declaración solemne de que el Gobierno no pagará ningún precio político por el final de ETA y cooperación internacional.

– Reformas de la legislación de las víctimas. Se incluirá en la ley la eliminación de «nombres de calles y cualquier otro tipo de monumento de exaltación del terrorismo o de terroristas». Se estudiará la reforma de la legislación de delitos terroristas para incluir penas accesorias, medidas de alejamiento y garantía de pago de la responsabilidad civil.

– Contra el plan Ibarretxe. Compromiso para impedir la consulta del lehendakari.

– Mejoras pactadas en materia de justicia. Implantación de la oficina judicial, total informatización y conexión entre sí de juzgados y tribunales, extensión de los juicios rápidos e incremento de la inversión presupuestaria.

– Renovación de los órganos judiciales en septiembre.

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